viernes, 18 de mayo de 2012

Río+20 y La Cumbre de los Pueblos

por W. Luis Bartra[1]

(Para acceder al documento en su versión de impresión clic aquí)

A tan sólo un  mes y días para la realización de estos trascendentales eventos, no es mucha la atención y la difusión que se les esté otorgando dado la importancia que revisten ambos acontecimientos para el desarrollo futuro de la humanidad, en particular para nuestros pueblos de Latinoamérica. Los problemas que se van a abordar, tanto en la Cumbre (que ha de congregar a representantes de la sociedad civil y de otros movimientos sociales), como en la intergubernamental que auspicia Naciones Unidas, que será la representación oficial de los países invitados, se van a discutir las causas que han originado y siguen agravando las abismales desigualdades económicas, sociales y políticas en que vive y se desarrolla la gran mayoría de la población de nuestro País y la del Continente, en donde la pobreza, el hambre, la miseria, la ausencia total o casi total de los servicios sociales básicos, etc., entre otros, son las constantes del diario sobrevivir.


Las consecuencias del cambio climático y las posibilidades de instalar políticas de estado para garantizar el desarrollo sostenible con equidad económica y social; y la búsqueda de soluciones reales que aporten a la mitigación de los impactos socio ambientales negativos producidos, tanto por el cambio climático, como por las dificultades de diseñar políticas de desarrollo sostenible con equidad social y económica que garanticen la preservación ambiental, en todas las áreas de producción en el mundo; serán los ejes centrales de las discusiones en ambas citas de Rio de Janeiro, del 18 al 21 de Junio próximo. Cabe aclarar que ambos términos: “cambio climático” y “desarrollo sostenible” son conceptos compatibles y tienen que ver con la racionalidad en la utilización de los recursos naturales para el desarrollo agro-industrial en el campo agrario; y para el desarrollo industrial en las otras áreas de la actividad humana. La aplicación del concepto de desarrollo sostenible es muy antigua, ya que ha sido aplicada por culturas indígenas durante cientos de años, sin que para entonces hayan existido definiciones teóricas de base que expliquen su contenido y sus alcances, aplicado por tales culturas sólo en base a sus saberes ancestrales.

Conforme a importantes aportes proporcionados por Juan Manuel Naredo[2], el origen de los términos “desarrollo” “sustentable”, surge entre los años 1974/75, y fue propuesto por Henri Kissinger (para entonces, jefe de la diplomacia de EE.UU.), en oposición al término “ecodesarrollo” propuesto por Ignacy Sachs (entonces consultor de NN.UU. sobre temas del medioambiente y desarrollo), término que venía siendo mencionado y utilizado internacionalmente en diversos espacios del más alto nivel sobre la materia, para tratar de conciliar crecimiento y desarrollo, con el respeto a los ecosistemas necesario para mantener las condiciones de habitabilidad de la tierra.

En 1987 se publica el documento “Nuestro futuro común” más conocido como “Informe Brundlat” elaborado por la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo creada por Naciones Unidas en 1982, donde se consolida una visión crítica del modelo de desarrollo adoptado por los países industriales. Destaca la incompatibilidad entre los modelos de producción y consumo vigentes entre los primeros y el uso de los recursos naturales y la capacidad de soporte de los ecosistemas, tanto en los primeros como en los segundos. El informe define el desarrollo sostenible como aquel que permite “satisfacer nuestras necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas”.

A partir de la publicación del informe en mención, los términos “Desarrollo” y  “Sostenible”, se instalan como referencia obligada en todo evento que se realice a futuro, cuando se trate temas sobre el crecimiento, el desarrollo y el medio ambiente, y es utilizado particularmente por los Programas de Naciones Unidas en temas vinculantes. En la declaración de la Conferencia Sobre Ambiente y Desarrollo Río de Janeiro-92, se pretende sentar las bases de un desarrollo sostenible más allá de los aspectos ambientales solamente. En aquellas bases se considera a los seres humanos como el centro de las preocupaciones relacionadas con el desarrollo sostenible, se incorporan los valores como la equidad intergeneracional, la equidad entre géneros, la valoración de los ideales, el respeto a las identidades culturales y la interdependencia entre la paz, el desarrollo y la protección del medio ambiente y se incorporan propuestas trascendentales, como la necesidad de erradicar la pobreza como requisito indispensable del desarrollo sostenible, la necesidad así mismo, de eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles, y la de promover también la participación de los actores sociales en la toma de decisiones, sobre su desarrollo.

Pese a los avances en lo conceptual, respecto de los términos “desarrollo” y “sostenible”, no es mucho lo que se ha logrado en la práctica, para impedir que la acción antrópica basada en la ambición desmedida de lucro y de acumulación de capital individual o corporativo, siga afectando la salud del planeta. La dificultad de avanzar en sentido positivo en el logro de sus enunciados, parece residir en la falta de propuestas concretas que posibiliten a nuestros gobiernos la implementación de políticas efectivas de Estado, para poner fin a los desastres ambientales que generan nuestros modelos de desarrollo agrario e industrial, vigentes. Lo que además, se presenta como casi imposible pretender que dentro de los límites impuestos por el sistema capitalista y su política económica neoliberal, sea  posible alcanzar el desarrollo sostenible con equidad social y protección ambiental efectiva.” De hecho, no se ha  logrado reducir o eliminar las causas que generan las desigualdades y las injusticias. La pobreza y el hambre no han sido eliminados, pese a que por primera vez en la historia de la humanidad se estaría en condiciones de erradicar la pobreza con sólo afectar  menos del 0,5% del PBI mundial para dotar de los servicios sociales básicos a los pobres del tercer mundo, y con tan sólo el 4% de la fortuna de las 225 familias más ricas del planeta se podría dotar de esos servicios a todos los que aún no los tienen, en el resto del mundo.[3] Se mantienen vigentes y han profundizado sus acciones los procesos productivos agrarios e industriales, que  ocasionan la destrucción de los recursos naturales y aumentan la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) generando el cambio climático y las consecuencias dañinas que ello implica, para los seres vivos que habitamos esta tierra.  

Hemos dedicado muchos esfuerzos físicos e intelectuales y cantidades enormes de tiempo y de recursos materiales, para lograr instalar en el imaginario popular la idea, la necesidad y la práctica del desarrollo sostenible, difícil de lograrlo, por las limitaciones que impone el sistema capitalista. Pese a ello, ya se ensaya una nueva propuesta, un nuevo término, una nueva concepción: la “economía verde”,  pensada seguramente por las corporaciones que responden al poder económico, para otorgar al término el estatus institucional-internacional en los eventos de Río + 20 y en la Cumbre de los Pueblos, y pueda ser impuesto a nuestros países para sus políticas de Estado. La economía no tiene color ni ideología, en tanto ciencia, herramienta o instrumento, es imprescindible y sirve a determinado sistema socio-político. No sabemos bien ni conocemos sus alcances, sus contenidos y cuáles son sus propósitos ulteriores, pero nos oponemos y resistimos a encolumnarnos tras este otro nuevo término. Ya nos embarcaron hace más de 50 años en la denominada “Revolución Verde” que nos presentaron como el paradigma de desarrollo agrario que contribuiría a la erradicación de la pobreza y del hambre en el mundo en pocos años. Luego de casi más de medio siglo de que la mayoría de nuestros países la instalaron como políticas de estado, no sólo no se ha erradicado el hambre y la pobreza en ninguno de ellos, sino que con la expansión y consolidación de los monocultivos de exportación que privilegiaba y privilegia el modelo (aún vigente), se sentaron las bases de los agronegocios, que generaron a su vez el surgimiento de poderosas corporaciones económico-financieras transnacionales que inciden fuertemente en las políticas de estado destinadas al sector agropecuario y ahondan más, las desigualdades sociales, más allá de los daños ambientales directos causados por la aplicación práctica de los postulados de la RV sobre la salud de las personas, animales y plantas.

Tenemos la esperanza que quienes nos van a representar en estas trascendentales jornadas, puedan obtener el compromiso de soluciones prácticas y concretas de los estados para que los responsables de estos desastres actuales y futuros que están plenamente identificados, reparen y paguen por los daños ocasionados y pongan freno a sus desmedidas ambiciones, modificando o reemplazando sus métodos o formas de desarrollo agrario e industrial. En la conferencia de Río-92 se propuso eliminar los sistemas de producción y consumo insostenibles. Esta propuesta, en lo que atañe a la actividad agraria, es coincidente con una de las propuestas  que plantearon las mujeres de la provincia del Chaco Argentina en la audiencia “Mujeres y Justicia Climática 2011- Argentina: Fortaleciendo Voces, Buscando Soluciones” realizada en Resistencia, Chaco el 11 de octubre de 2011, la cual dice textualmente: “Que todo el proceso productivo agrario a  futuro se ajuste con la mayor rigurosidad técnico científica a los principios y fundamentos de la agroecología, facilitando a los pueblos el acceso y el control efectivo de los recursos naturales y productivos para el ejercicio real de derechos humanos que establece la Constitución Nacional  Argentina”. La propuesta agrega: “incorporar en  los programas educativos tanto del nivel primario como secundario, y con mayor énfasis en el universitario, la agroecología como materia de enseñanza obligatoria, como política de Estado”.
El respaldo a esta propuesta  por los representantes de los Estados presentes en la Cumbre y en la Conferencia, y la implementación  del  reemplazo gradual del actual modelo productivo agroindustrial, por los representantes  de cada uno de los estados miembros de la comunidad mundial, por el de la agricultura familiar basado en los principios fundamentales y elementales de la agroecología, significaría iniciar el camino hacia el logro efectivo del desarrollo sostenible con equidad económica, social, ecológica, cultural y política, y un real aporte a la mitigación de los efectos del cambio climático. Traería aparejado además, cambios profundos en nuestros sistemas de producción, mejorándolo en todos sus sentidos. Por ello, aparte de coincidir con los cinco puntos propuestos por el doctor Boaventura de Souza Santos (Diario página 12 -13/02/12 Argentina) para ser discutidos en la reunión de la cumbre de los pueblos, sugerimos también sea incorporada en la agenda, la propuesta de las mujeres Argentinas.
Resistencia, Prov. del Chaco-Argentina, Mayo de 2012


[1] Presidente del Instituto de Desarrollo Social y Promoción Humana INDES. Coordinador del equipo provincial INDES Chaco. Elegido por la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de Nación, como punto focal la UNCCD-ONU, para concursar el premio «Una tierra para la vida 2012» (Land for Life 2012) que reconoce las acciones relacionadas con la gestión sostenible de la tierra (GST) que han conseguido cambios visibles hacia el desarrollo sostenible.
[2] Sobre el Origen, el Uso y el Contenido del término “Sostenible” Publicado en la Revista  Hábitat, en versión digital: http//habitat aq.upm.es.
[3] “Desarrollo y subdesarrollo del concepto de desarrollo”. Dr. Jordi Cambra Bassois, publicado en la compilación de Lucio Capalbo “El Resignificado del Desarrollo”, Ediciones CICCUS, Octubre 2008, Bs. Aires


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